Por Julián Melone
Panzerballett es la novedad del más de lo mismo, de la muerte del rock como método de resurrección y que cuando todo está inventado sólo queda ser novedoso.
Panzerballett ya nos da una previa con un nombre muy adecuado. El Panzer, cómo épico tanque símbolo del blitzkrieg, en una coreografía coordinada. Un quinteto compuesto por guitarras, bajo, batería y saxofón, se propone a fusionar el jazz y el heavy (porque uno necesita poner referencias a la hora de leer sobre música, y sólo por eso) en un compuesto que recuerda casi automáticamente a Frank Zappa.
Ellos son una de las caras de lo que el rock vive hoy, una historia que se centra más en lo técnico, en el click y se desapega de la visceralidad que alguna vez fue su leche materna, la cara que se ríe de sí misma. De su segundo disco Starke Stucke pueden escucharse versiones de clásicos como Smoke on the Water (Deep Purple), La Pantera rosa (Henry Mancini) o Birdland (The Weather Report).
Esta es una de esas bandas que primero atrapan a músicos ávidos por extraer datos de los temas (y aquí podríamos ponernos a detallar manejos de amalgamas de compases de 7/5 y escalas dignas de Adrian Belew sobre el contrapunto de bla bla bla... pero no es lo que interesa). Estas versiones las deforman de una manera brutal pero accesible, en donde prácticamente podemos verlas como excusas para el despliegue técnico, contrastando con que la versión de Paranoid es tan tranquila que juega con los nervios, esperando que explote alguna vez…
No se vayan todavía, quédense ahí. Ésta es la veta que Panzerballett, a diferencia de su primer disco poblado principalmente por composiciones propias y algún que otro cover alemán, comienza a desplegar. Su tercer e imperdible disco Hart Genossen - Von ABBA bis ZAPPA, explota esta faceta para versionar a los mencionados en el título y dejar bien en claro cuáles son sus influencias. Ademas de Frank, podemos encontrar la impresionante versión de Jadoo de Klaus Doldinger (quién además colabora en el tema) y de la apertura de Los Simpsons, como un crossover de Satriani y Iron Butterfly. Mientras avanza el disco, nos preguntamos, ¿qué género hace esta banda? Avanza y vemos que no tiene sentido responderlo. Movamos el cuerpo sin referencia de tiempo que hace bien. Lo que cualquiera podría encontrar estresante y agotador entra en una atmósfera de naturalidad en su reciente Tank Goodness, acercándose más claramente al jazz que nunca (Take Five es la estrella del disco), pero con lugares siempre para el humor (insisto: no puede ser que la versión de I’ve had the time of my Life, de la película Dirty Dancing sea más que un chiste supersofisticado) y algún que otro tema cantado con estribillo y todo: lo que sucede en un auto-cover de Zehrfunk a partir de ‘2 “30 es groove absoluto.
Panzerballett nos obliga a desprendernos de todo lo que considerábamos entendido o conocido para llevarlo a un caos apocalíptico de música. Sin embargo, ejecutada y compuesta con una matemática exacta y precisa que podría ruborizar a cualquier científico. Al principio pueden parecer un exceso de intelectualidad y virtuosismo, pero hay algo más en esos compases irregulares que parecen no llevarse bien con los riffs de guitarra como una armonía propia.
¿Puede ser que la nueva espiritualidad venga del lado de sonidos destructivos, a veces disonantes e irregulares? ¿Puede que la nueva armonía provenga de cosas que podemos pensar inconexas y que no nos dejan dejarnos llevar a lo que consideramos el éter? Si es así, Panzerballet es quien esgrime el estandarte con orgullo.
28/12/2013
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