Por Mariano García
@solesdigital
Sello:
Warner Music. Género: Blues / fusión. Duración:
70:06’. Cantidad de temas: 15.
Con
este curioso trabajo, el mítico guitarrista Ry Cooder da continuidad
a su pasión por la música latinoamericana. Años atrás,
fue el cerebro productor detrás del éxito del Buena Vista Social
Club, que desempolvó del arcón de los recuerdos a la vieja guardia
del son cubano, como Ibrahim Ferrer y Compay Segundo. Ahora, se mueve hasta
la frontera para transitar ese sinuoso de la cultura mexicana residente en
Estados Unidos, y de nuevo lo hace recurriendo al pasado. En este caso, para
relatar en un disco conceptual la historia del olvidado barrio chicano Chávez
Ravine, de la ciudad de Los Angeles.
Una elección sobrecargada
de sentido, donde se cruza la historia política con la cultura marginal,
y se muestra contracara de la triunfante sociedad norteamericana de la segunda
posguerra mundial. Cooder recupera la historia de un bucólico barrio
de clases bajas inmigrantes, que fue erradicado para construir el estadio
del equipo de béisbol Los Angeles Dodgers. Toda una bisagra donde se
enfrentan la cultura alternativa versus el empuje de la creciente y moderna
industria del entretenimiento y el profesionalismo deportivo.
En el medio, queda la
pasión popular por los ovnis, la paranoia macarthysta, y un colorido
crisol de personajes mestizos y un eclecticismo musical igualmente mestizado.
“Poor Man's Shangri-La”
abre el disco con aire casi naif, con una inocencia de aquel barrio que luego
se convertirá en amargura ante el desalojo. Así, se comienza
desde aquel pasado ya perdido, pero reinventado, y de a poco el disco va perdiendo
el optimismo y se hace cada vez más oscuro y denso, como la propia
historia del Chávez Ravine.
“Onda Callejera”
relata en español y con ritmo ranchero la erradicación. Y si
de buscar una excusa para echar a aquellos pobres mexicanos se trata, nada
mejor que acusarlos de comunistas (hoy les dirían terroristas), y para
eso llega la paranoide “Don't Call Me Red”.
El punto más alto
del disco llega con el impecable “Corrido de Boxeo”, un relato
claro y nostálgico de honrados boxeadores amateurs que ganan peleas
pero no pueden vencer al avance de las topadoras, contado con toda la calidez
de la tradicional música mexicana. El swing de la guitarra de Cooder
se incrementa con la entretenida “Muy fifí”, y llega a
su punto máximo con “Los Chucos Suaves”, ambas cantadas
también en castellano. Se cierra el bloque de canciones en español
con la paródica “Chinito Chinito”, que con acento oriental
forzado coquetea con los estereotipos de los asiáticos tintoreros.
Termina el bloque hispano,
y a medida que la lengua de Cervantes va desapareciendo en las letras se apagan
lentamente las luces de alegría que iluminan la vida cotidiana del
Chávez Ravine. La seguidilla “3 Cool Cats”, “El U.F.O.
Cayó”, “It's Just Work For Me” y “In My Town”
van oscureciendo el ambiente hasta que solo quedan escombros. Con ellos, el
disco se vuelca definitivamente hacia un blues intencionalmente enfermizo,
que busca recrear la tristeza del barrio y el escozor de sus habitantes.
La ranchera mexicana le
devuelve el acento español al disco, pero ya con aires de derrota,
en “Ejercito Militar” y el anímicamente tanguero y melancólico
“Barrio Viejo”. El inglés se impone de nuevo con “3rd
Base, Doger Stadium”, la aceptación trágica de que el
estadio ha pasado por arriba al barrio.
Cierra la historia, cierra
el concepto. Cooder ha manejado en forma impecable los desequilibrios que
surgen entre pasado y presente, tradición y progreso. La lengua como
indicador de clase y posición social, como demarcación entre
oprimidos y opresores. Contradicciones, luces y sombras, con un disco que
deja mucho para pensar y una excelente música para oir.
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Fuente: Soles
Digital
http://www.solesdigital.com.ar/discos/rycooder_chavezravine.htm
www.fronteramusical.com.ar
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