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Sandy Lopičić Orkestar

El nuevo standard de la música balcánica

Países: Bosnia, Serbia, Alemania, Austria • Género: Folklore, Jazz
Regiones: Balcanes, Europa del Este, Europa

Por Mariano García
@solesdigital

Apenas a la vuelta del proceso de disgregación de la ex Yugoslavia, encontramos a esta notable agrupación de músicos exiliados durante los años de las guerras fraticidas que desmebraron la nación del Mariscal Tito, reunidos en la ciudad austríaca de Graz bajo el liderazgo del compositor y pianista Sandy Lopičić (nacido en Stuttgart en 1973 de padres serbo-bosnios). Instalado desde los 15 años en Sarajevo, Lopičić llevó la sólida formación musical que desde los 6 venía recibiendo en Alemania, y tomó a Bosnia como su patria y con ella a la cultura y música balcánica de sus ancestros.

Fue así que en 2001, finalizado el reordenamiento geopolítico de los Balcanes, se lanzó al ruedo desde Graz con una orquesta y un disco debut “Border Confusion”, donde la confusión limítrofe parte de la geografía (con músicos de Serbia, Bosnia, Austria y Eslovenia) y se extiende a lo musical.

Eran los tiempos en que Emir Kusturica y Goran Bregović conquistaban el mercado mundial con bandas de sonido de las películas del primero, compuestas por canciones de rock y pop balcanizado cantado en inglés y una pseudo cultura gitana for export. Absolutamente desconocidos entonces (y hoy) en comparación a los dos iconos globales de esta corriente, es notable la diferencia en calidad musical y arreglos en la propuesta de la Sandy Lopičić Orkestar.

Despojando a la moda gitano-balcánica de todo artificio etnicista, encaran un repertorio tradicional del folklore centroeuropeo desde un enfoque jazzístico, con exquisitos arreglos de soul y funk, en una fusión claramente post-noventas que alcanza picos de excelencia memorables.

La punta de lanza que sobresale sobre los arreglos de Lopičić se compone por un tridente de vocalistas femeninas, una mejor que la otra, lideradas por la excepcional Natasha Mirković (Bosnia), quien es secundada por las serbias Vesna Petković e Irina Karamarković.

De las tres, es la carismática Natašha Mirković la que desde el inicio se impone con su increíble voz y versatilidad interpretativa, abriendo el álbum con la entretenida “Da zna zora”, canción obligada en toda madrugada de resaca en los Balcanes, y excelente carta de presentación de la banda.

La propia Mirković vuelve a llevarse todos los elogios con una memorable versión de “Djelem Djelem”, el conmovedor himno romaní reversionado con sorprendentes arreglos de jazz donde la sección de brass corre por encima de un rasgueo de guitarra y una base rítmica llenos de soul.

Demostrando una enorme versatilidad, la talentosa cantante bosnia es la dueña de los dos picos más altos de emotividad en el disco. El primero de ellos, “Ljuba”, una canción de origen ruso, mezclada con la clásica “Ederlezi” (albano-romaní), donde nuevamente el jazz se impone sobre los excesos folkloristas, el piano de Sandy Lopičić gana más protagonismo que nunca y, para terminar de darle forma a una pieza genial, incluye un scat a cargo Mirković de grandiosa expresividad y excelente complemento para los solos de vientos.

De la alegría y el romanticismo a la profunda tristeza que transmite su voz (incluso quien no entienda la letra se sentirá conmovido por la interpretación) en la melancolía de la antigua pieza bosnio-musulmana "U Stambolu na Bosforu" ("En el Bósforo de Estambul"), canción que relata las últimas horas de vida de un viejo Pachá en compañía de su mujer preferida del harem. 

 

Pero la versátil vocalista bosnia también se sabe acompañar del talento de sus dos compañeras, y regalan piezas memorables como trío vocal en "Le Rindovani" y "Jane Sandanski", vieja canción popular de la resistencia búlgara a la ocupación otomana; donde también se destaca Matthias Loibner interpretando el medieval hurdy gurdy. De la combinación de la profunda voz de Mirković y la lejanía ausente del hurdy gurdy resulta un exquisito arreglo de la canción macedonia "Kaleš bre Andjo".

Por su parte, Irina Karamarković tiene su gran momento en “Apo hapi syte”, otro de los pasajes de gran melancolía del álbum.

El repertorio clásico de la canción gitana se completa con “Usti Usti Babo”, “Martesa” (kosovar) o en la fanfarria de alta velocidad de cuño búlgaro en “Bugarski čoček”; a través de los cuales la  Sandy Lopičić Orkestar encontró en esa confusión de identidades y géneros un camino propio le valió el mayor de los reconocimientos.

La segunda parte llegó en 2004 con “Balkea”, una continuación que completa y termina por dar forma a la propuesta musical de la SLO. De hecho, hasta se pueden pensar ambos como parte de un disco doble editado con cierto delay.

A lo largo de 14 exquisitas piezas, amplían las fronteras y a la vez se repliegan sobre lo más tradicional de la música popular balcánica, más cercanos al folklore gitano y sin tantos arreglos jazzísticos. Pero lo hacen evitando caer en los clichés estéticos que rodean a la cultura romaní (las cadenas de oro, la idealización de la pobreza, las bodas y los funerales de cuño kusturicense), despegándose de los giros de moda en la música balcánica y sacando a relucir la esencia y el corazón de la los sonidos de la región.

Nuevamente, las voces de la tríada Mirković - Petković – Karamarković hacen de guía para este nuevo viaje por el sudeste europeo.

Para el oído argentino, el disco no puede comenzar de manera más sorprendente. De pronto, sobre un tanguerísimo ritmo de 2x4 se montan fanfarrias y el tema que da nombre y abre el álbum coquetea con el Río de la Plata, quizás un guiño inconsciente a la diáspora de la ex Yugoslavia asentada por estas tierras. Aunque a la hermosa voz de Irina Karamarković no encuentre el tono arrabalero, su irónica letra parodia el “balcanismo” de moda y lo que los oyentes podrían esperar de este nuevo CD. La fusión de este tango balcánico juega a ser confusión, enlazando aquel primer disco con este nuevo que comienza.

Sin tanto protagonismo por parte de Nataša Mirković en este segundo disco, es el trabajo coral de las tres voces femeninas lo que más se destaca. Como en “Djavolče”, acompañadas por el hurdy-gurdy de Matthias Loibner, o a capella en “More soko pije” (canción de resistencia macedonia a la ocupación otomana arreglada por Vesna Petković) y sobre todo en la exquisitez polifónica de “Ka pom e ja”.

Las tres chicas se despachan a gusto contra el machismo típico de la región con la divertida y curiosa canción serbia de los años ’20 “Kupi mi majko top”, donde básicamente le preguntan a sus madres donde pueden conseguir un cuchillo grandote para cortar en tiritas a ese hombre que durante toda su vida las ha engañado. Tristeza de ama de casa desesperada al inicio, y alegre funeral enterrando a los sátrapas de sus maridos a pura fanfarria al final, en una pieza irónica y muy divertida.

 

Nataša y Vesna conforman en “Crven Fesić” un delicioso dúo en una canción romántica bosnia en la cual confiesan su amor por un joven musulmán (de allí la referencia al fez rojo – crven fesić), acompañadas por una festivo arreglo de vientos.

También hay mayor desarrollo de piezas instrumentales, donde se lucen el trompetista serbio Bojan Petrović, el acordeonista búlgaro Martin Lubenov y el violinista austríaco Kurt Bauer. Junto a sólidas secciones de vientos y percusión, se destacan por técnica y velocidad en temas como “Bugarka” (acelerada danza de la región de Valaquia, entre el sur de Rumania y el norte búlgaro y serbio), “Vranje” (tradicional serbia) y las composiciones originales Čoček (de intenso tempo 4/4 a cargo del saxofonista tenor Martin Harms), “Hurry Up” (del saxo alto Richard Winkler) y “Maja” (del bajista bosnio Sašenko Prolić).

El toque turco-romaní aparece con “Rampiri”, el folk tradicional yugoslavo con “Makedonsko Devojče”, y es Nataša Mirković la encargada de cerrar el álbum con la solemne “Još ne sviće rujna zora”, en otra de sus conmovedoras interpretaciones.

Evitando malos atajos para alcanzar el éxito comercial global, este auténtico seleccionado compuesto por los más destacados músicos de Europa del Este ubica bien en lo alto el standard de calidad de la música balcánica y gitana. Ojala otros puedan seguir su camino.

27/10/2011

Atajos:

Sandy Lopicic: El regreso al Lejano Este

Nataša Mirković: Conociendo a la mujer detrás de la voz

Irina Karamarković Band: Improvisando Kosovo

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