Por Agustín Marangoni
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El mundo entero hablaba del atentado del 11 de septiembre, los muertos se contaban de a miles, los televisores repetían una y otra vez las imágenes de las Torres Gemelas convirtiéndose en escombros. Esta fue la interpretación de Karlheinz Stockhausen a finales de 2001:
“Lo ocurrido es, por supuesto, deben entender correctamente esto, la más grande obra de arte jamás hecha. El hecho que los espíritus han realizado con un único acto es algo con lo que en música nunca podremos soñar. Esa gente practicó diez años duramente, fanáticamente para un concierto. Y entonces murieron. Y eso es la más grande obra de arte que existe en todo el cosmos”.
La polémica estalló de inmediato, era de imaginar, apareció en los medios norteamericanos seguido de extensos editoriales que lo tildaban de desubicado e ignorante. Con esa imagen falleció el 5 de diciembre del 2007. Pero Stockhausen fue un genio que influenció con enorme potencia la escena musical del siglo XX.
Puramente experimental, su obra incluso logró modificar el rumbo de The Beatles. Paul Mc Cartney asegura que haber escuchado Gesang der junglinge lo obligó a repensar su trabajo. Los cuatro de Liverpool estudiaron sus composiciones y lo ubicaron en la tapa de Sgt Peppers Lonely Hearts Club Band a modo de homenaje (es el número cinco en la grilla de personajes). El final de A day in life es una muestra exacta de su influencia, Revolution # 9, del Álbum blanco, también.
Nacido en Alemania, Stockhausen fue el primer músico en emplazar espacialmente fuentes de sonido y mezclar música concreta y electrónica. Frank Zappa, Peter Townshed, Jerry García, Bjork, Miles Davis y Charles Mingus lo señalaron como uno de sus principales referentes.
Su obra es conceptual, cuesta acercarse, sus discos no son amables ni dejan lugar al disfrute inmediato. Stockhausen utilizaba las matemáticas para crear música seriada, tecnología analógica y digital, además de transformadores, generadores, moduladores y magnetófonos.
Una de sus últimas grandes creaciones fue el Helikopter-Streichquartett (Cuarteto para cuerdas y helicópteros): un cuarteto de cuerdas, cada músico en un helicóptero, en total son cuatro que vuelan independientemente sobre las cercanías de la sala de conciertos. La música de los intérpretes es mezclada con el sonido de los helicópteros y reproducida mediante altavoces a la audiencia de la sala, junto con videos en vivo de lo que sucede en el aire. Los intérpretes están sincronizados con la ayuda de un metrónomo electrónico.
26/7/2010
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