Por Javier Cardenal
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Fotos: Mariano García
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Hubo que esperar muchísimas décadas para que Tony Allen viniera por primera vez a la Argentina. A sus 76 años, el baterista nigeriano y padre del afrobeat junto a Fela Kuti, se presentó en Niceto Club con una propuesta diferente: un cuarteto de jazz inspirado en su ídolo, el estadounidense Art Blakey.
Afincado en París hace 30 años, Allen estuvo acompañado por el francés de padres guyaneses Jean-Philippe Dary en piano, el cubano Irving Acao en saxo soprano y el también galo Mathias Allamaine en contrabajo. Autoproclamado como baterista, compositor y cantante amateur, el nigeriano sigue sorprendiendo por esa virtud y sutileza que sigue intacta para hacer lo más difícil: usar dos bombos, coordinar las cuatro extremidades a la perfección y generar distintos ritmos, todo lo que da por resultado el sonido de cuatro bateristas en uno, aquello que tanto lo fascinó de Blakey.
Si bien había sido anunciado literalmente con bombos y platillos y remarcando que se trataba de una noche “jazzera” en flyers, medios y sitios webs; el ambiente compuesto por el público indicaba otra cosa. Es que el cocktail de redes sociales y su alto contenido de desinformación, la escasa propensión a la lectura, los tiempos filosóficos de postverdad que corren y un prejuicio antropológico digno del evolucionismo del siglo 19; pudo más y Niceto Club se vio abarrotado como pocas veces por una multitud sedienta por una noche de baile en clave afro, ropas de colores, afrobeat, afrofunk, y seguramente hasta tambores y ritos yemanyá. Tanto así que afuera no faltaban los vendedores de bebidas por doquier como los cultores del “panrelleno” y diversas yerbas, tanto en sus versiones de vendedores como prosumidores.
Más allá del “error en Niceto” (hasta el propio Allen notó que el público no era uno ávido de jazz y casi sonando a disculpa explicó que estaba aquí con su cuarteto de jazz y que haría jazz), debemos aclarar que el género no es nuevo para Allen y ni siquiera para Kuti. Es que antes de formar el Koola Lobitos y dar nacimiento al afrobeat y luego el afrofunk, durante todo un año (1964-65) los dos músicos dieron rienda suelta al Fela Ransome Kuti Jazz Quartet, haciendo estricto jazz.
Fue en su Lagos natal, en donde Allen aprendió solo a tocar la batería escuchando discos de jazz. Primero había sido seducido por los golpes de bombos y platillos del inigualable Gene Krupa. Sin embargo, tiempo después caerían en sus manos vinilos de Blue Note Records entre los cuales estaban los de Art Blakey & the Jazz Messengers y los de Max Roach, y ya nada fue igual. Intentando emular a Blakey se fue forjando como músico. Así sus primeras lecciones fueron de oído y de lectura tras textos instructivos de Blakey en la revista Down Beat. Así aprendió a usar los high-hats para sorprender a la escena nigeriana cuyos bateristas hacían uso casi nulo de estos. Una vez separado de Kuti, formó en 1979 su primera banda que se llamó Tony Allen & the Afro Messengers.
La actual formación homenaje a quien lo inspiró para crear el afrobeat es una vuelta a los inicios, lo que puede interpretarse como una despedida o búsqueda por dejar cuentas saldadas. Incluso el cuarteto es editado por Blue Note, mismo sello que Allen devorara fascinado en la convulsionada Nigeria de la década de 1960. Así, los cuatro músicos desplegaron en tierras porteñas aportes que si bien no fueron deslumbrantes –tirando por tierra aquel prejuicio de que todo lo de afuera es obligatoriamente mejor- pero que dieron cuenta de la corrección de las formaciones de jazz europeas, más ese color propio del caribe aportado por Arcao y los ritmos antillanos de Dary. Así, mucho del protagonismo del cuarteto recae en el cubano, quien no defraudó y descolló con su velocísimo fraseo y llevando Night in Tunisia, de Dizzie Gillespie, del terreno del bebop al del free-jazz con escalas frenéticas. A su vez, el cuarteto muestra como saxo y piano saben dialogar a la perfección y ejemplo de ello es la pieza A la Mode. En el contrabajo, Allamaine estuvo por demás rítmico y pletórico, mientras que Allen suministraba juego al resto del grupo dosificando sus fuerzas y momentos.
Para los nostálgicos, Tony no perdió oportunidad para prometer que habrá una segunda visita y será para hacer afrobeat, tal vez lo que mejor sabe hacer.
21/2/2017
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